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Por un uso responsable de los bienes comunes. Óscar Visuña, marzo 2019

El cambio climático, eso que para algunos todavía es una falacia inventada o una exageración sobre los desastres naturales, es la principal preocupación para 7 de cada 10 personas en el mundo, según recoge el informe del Centro de Investigaciones Pew (Pew Research Center) publicado el mes de febrero.

Iniciado ya el 2019, vemos que el año 2020, aquel en el que se tenían que aplicar los Acuerdos alcanzados en el COP21 de París, y previamente en Kyoto, ya no es un futuro lejano, sino que está a la vuelta de la esquina, y aún no hemos actuado en consecuencia. El modelo de economía lineal surgido de la Revolución Industrial, en el que los recursos se usan como si fueran infinitos, está desfasado y es totalmente inviable, ya que la ONU calcula que en 2050 habrá 9.100 millones de personas y, al ritmo actual, necesitaríamos tres planetas Tierra para satisfacer las necesidades de todos.

Frente a la insostenibilidad del modelo actual está cogiendo cada vez más fuerza y relevancia la economía circular, que apuesta por un uso más consciente y responsable de los recursos, poniendo los esfuerzos en aprovecharlos al máximo volviendo a introducirlos en el mercado una vez finalizada la vida útil del producto en cuestión.

Dentro de esta nueva tendencia, y como muestra de la preocupación de la población en general y de los gobiernos en particular, el pasado 4 de febrero se publicaba en el BOE la aprobación del Plan de Contratación Pública Ecológica (CPE) por parte del Consejo de Ministros, una estrategia que comportará un cambio de dirección y unos resultados mucho más relevantes de lo que inicialmente puede parecer.

Para empezar, porque la contratación pública representa alrededor del 20% del PIB de nuestro país, por lo que una mejor gestión de los recursos que permita un uso más eficiente de la energía y una reducción de la huella de carbono por parte de todos los organismos públicos se notará considerablemente en la cuenta de resultados medioambiental de España. ¿Cómo? Pues por poner un ejemplo muy simple pero visual: una impresora de inyección de tinta supone una reducción del 96% del consumo energético, del 92% de CO2 y del 99% de los residuos respecto a una impresora láser. Ahora multipliquemos estos resultados por todas las impresoras que hay instaladas en la Administración General del Estado, sus organismos autónomos y las entidades gestoras de la Seguridad Social y hagamos las cuentas.

El objetivo de este plan de CPE, una de las herramientas principales de la Estrategia Española de Economía Circular, es lograr una economía sostenible, hipocarbónica, eficiente en el uso de los recursos y competitiva, en la que el valor de los productos, los materiales y los recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible y en la que se reduzca el mínimo la generación de residuos, según recoge el BOE. Es lo que en Epson llamamos “Consumo Responsable”, ya que implica ser consciente del impacto que tienen las decisiones sobre los productos que consumimos, y apostar por aquellos que sean más eficientes y respetuosos con los recursos disponibles.

Además, las actuaciones del Estado tienen un efecto ejemplarizante, porque de esta forma el Ejecutivo demuestra que pone él mismo en práctica aquello que fomenta entre los ciudadanos, e impulsor, ya que invita a las empresas a superar los retos e innovar sus productos para hacerlos más sostenibles y ser capaces de pujar por la contratación pública.

Pero sobre todo, celebramos este Plan porque supone un uso más racional y responsable de los fondos públicos y de los recursos energéticos de todos. La reducción de la huella de carbono permitirá mejorar la calidad del aire que todos respiramos y la sostenibilidad de nuestro medio ambiente, otros bienes comunes que compartimos que necesitan ser cuidados y protegidos para no ser explotados como si no tuvieran fin. Asimismo, el ahorro que supondrá utilizar dispositivos más eficientes que reduzcan el consumo de electricidad, se podrá revertir en otros aspectos de las cuentas públicas más necesarios, como Salud o Sanidad.

Consumo Responsable es también utilizar de la forma más efectiva e inteligente el dinero de los ciudadanos para invertir en aquello que realmente es necesario, reduciendo el gasto de lo que es más superfluo, y la Contratación Pública Ecológica es la herramienta adecuada para ello.

Pero trascendiendo la esfera pública, también en el ámbito de la empresa privada debemos ser conscientes de dos de los grandes retos que tenemos por delante como sociedad: la eficiencia energética y la economía circular. En ese sentido, desde Epson seguimos trabajando no sólo para alcanzar nuestros propios objetivos de desarrollo sostenible (ODS) sino también para aportar valor a empresas usuarias de nuestra tecnología, permitiéndoles también a ellas alcanzar sus grandes objetivos y sumarse a la tendencia hacia la eficiencia y la circularidad en el uso de recursos. Grandes ejemplos como el desarrollo de nuestra tecnología Business inkjet con las ventajas antes mencionadas en cuanto a eficiencia energética y reducción de emisiones y residuos; o también uno de nuestros últimos desarrollos, Paperlab, capaz de generar procesos de economía circular en el uso, reciclado y producción de papel nuevo en las oficinas. Creamos tecnología responsable, para un uso sostenible y eficiente.

Óscar Visuña
Head of Business
Epson Ibérica SAU

Empresa Miembro de la Fundación Privada Empresa y Clima