La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha alertado de la ralentización por tercer año consecutivo de los progresos en eficiencia energética en el mundo. Se apunta a que esta situación supone una pérdida de oportunidades económicas que aleja de los objetivos internacionales enfocados a limitar el cambio climático .
En su informe sobre la eficiencia energética publicado este viernes, la AIE ha indicado que el avance del pasado año se limitó al 1,2%, una cifra bastante baja si se compara con el 1,7% registrado en 2017. Este dato actualizado supone la tasa más reducida desde comienzos de la década. La situación aún se complica más si se tiene en cuenta que la organización fijó el 3% como el objetivo mínimo a cumplir mediante las tecnologías existentes y con inversiones rentables.
”No hay excusa para la inacción: tienen que aplicarse políticas ambiciosas para impulsar las inversiones y poner a trabajar las tecnologías necesarias a escala global”, subrayó el director general de la agencia, Fatih Birol.
Son varios los factores que explican la ralentización en la eficiencia energética (que mide la capacidad de aumentar la producción económica con la misma cantidad de energía consumida). Por un lado, el incremento de la demanda de combustibles por parte de las industrias intensivas en energía, en particular China y Estados Unidos. Por otro, factores climáticos externos. En relación con la oferta, la generación de electricidad a partir de carbón se incrementó tanto en 2017 (3%) como en 2018 (un 2,5%) después de tres años de estancamiento.
Hay algunas tendencias estructurales que también lastran los progresos derivados de las nuevas tecnologías, como los cambios en los modos de transporte, un mayor número de dispositivos en el hogar y el aumento del espacio de vivienda por persona. La progresión de las ventas de los vehículos más eficientes se ha ralentizado, ya que los consumidores prefieren coches más grandes y además el número medio de ocupantes de los vehículos cuando se utilizan es menor.
El avance del 1,2% de la eficiencia energética en 2018 equivale a un aumento logrado del PIB global de unos 1,6 billones de dólares respecto a 2017. Sin embargo, de haberse logrado el objetivo mínimo del 3%, la producción habría llegado a los 2,6 billones, una cifra muy próxima al PIB del conjunto de la economía francesa.
La AIE, que reúne a los grandes países consumidores de energía miembros de la OCDE, insiste en que la eficiencia energética mejora la seguridad de aprovisionamiento al reducir la dependencia de las importaciones de petróleo y disminuye las emisiones causantes del efecto energético.
Los avances en eficiencia energética entre 2000 y 2018 evitaron la importación del equivalente del consumo de Alemania, Australia y Bélgica. En términos económicos, Japón se ahorró 20.000 millones de dólares en la compra de crudo gracias a una disminución del 20% en ese periodo de la mano de la eficiencia energética.
Fuente: La Vanguardia
