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Europa establece nuevas normas para una economía de mercado sostenible

La sostenibilidad ocupa un lugar destacado en la agenda mundial. La visión de Europa es clara: queremos una economía sostenible, innovadora y climáticamente neutra, con empleos de calidad y empresas florecientes. Las pruebas científicas son indiscutibles, y los jóvenes de todo el mundo exigen, con razón, una actuación decidida.

Durante los últimos cinco años, la Comisión Europea ha adoptado algunas de las medidas más ambiciosas del mundo para reorientar la UE hacia una economía sostenible. En 2015, la Comisión adoptó un «Plan de Acción para la Economía Circular» destinado a que vayamos pasando de la mentalidad «de un solo uso» a la economía circular. Hemos sentado las bases para pasar de una actitud de «servirse, fabricar, usar y tirar» al principio de la circularidad, por ejemplo, con los plásticos. El Plan ha allanado el camino para la reducción de residuos, el reciclaje de materias primas y la reutilización del agua, por citar algunos ejemplos. La Unión Europea se ha comprometido a alcanzar para 2030 los objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, energías renovables y eficiencia energética. En su visión a largo plazo, la Comisión expone cómo la UE puede convertirse de aquí a 2050 en una economía climáticamente neutra, sin emisiones de carbono, que sea moderna y competitiva y cree puestos de trabajo.

Este compromiso con una economía de mercado sostenible requiere inversiones considerables, muchas de las cuales proceden del sector privado. Consideramos que, en los próximos diez años, la UE necesitará entre 180.000 y 290.000 millones de euros anuales de inversiones adicionales para cumplir sus objetivos en materia de clima y energía para 2030. Permítanme presentarles tres maneras de impulsar la inversión para alcanzar estos objetivos.

En primer lugar, la Comisión Europea ha propuesto que la UE dedique una cuarta parte de su presupuesto 2021-2027, es decir, 320.000 millones de euros, a luchar contra el cambio climático.

En segundo lugar, la UE ya proporciona financiación pública para estimular la inversión privada cubriendo parte de los riesgos de financiación. Gran parte del actual «Plan de Inversiones para Europa» se utiliza ya para financiar la acción por el clima, mientras que su sucesor propuesto, el Programa InvestEU, prevé explícitamente dedicar el 30 por ciento de su gasto a inversiones sostenibles, movilizando casi 200.000 millones de euros de inversiones.

En tercer lugar, la estrategia de la Comisión para financiar el crecimiento sostenible, de marzo de 2018, constituye un paso decisivo para reorientar los flujos de capital privado hacia objetivos sostenibles y orientados al clima: entre otros, clasificar las actividades sostenibles desde el punto de vista ambiental, crear índices de referencia de bajo impacto carbónico, introducir una norma sobre bonos verdes, aplicar la etiqueta ecológica de la UE a productos financieros sostenibles y aclarar las obligaciones de los inversores. Todas estas medidas ofrecen transparencia y claridad a los inversores en cuanto a qué actividades son sostenibles.

La propuesta central de esta estrategia es establecer una clasificación que ofrezca seguridad y claridad a inversores y consumidores, a fin de que puedan tomar decisiones de inversión con más conocimiento de causa, y para protegerlos frente al «blanqueo ecológico». La adopción de los aspectos técnicos de dicha clasificación climática a finales de 2019 tendrá que ir secundada por los esfuerzos de los estados miembros por alcanzar un acuerdo político lo antes posible. La Plataforma Internacional de Finanzas Sostenibles que se prevé también contribuirá a coordinar mejor estas iniciativas a nivel mundial: los mercados financieros son mundiales y el cambio climático nos afecta a todos.

Al invertir hoy en sostenibilidad, la UE reforzará su economía de mercado y, al mismo tiempo, limitará los efectos del cambio climático. La economía rentable y la sostenibilidad rentables van de la mano, basadas cada vez más en modelos empresariales circulares. El crecimiento y la reducción de emisiones son compatibles y, de hecho, su coexistencia ya es real. El potencial de una economía sostenible es enorme.

Corresponde ahora a los estados miembros hacer progresos tangibles en este ámbito. La UE es la primera gran economía que ha creado un marco jurídicamente vinculante para cumplir sus compromisos en virtud del Acuerdo de París. En junio de 2019, por primera vez, todos los estados miembros han preparado sus proyectos de planes nacionales integrados de energía y clima, para determinar a nivel nacional las operaciones de financiación e inversión necesarias para alcanzar los objetivos de 2030. Los planes finales han de estar listos a finales de 2019 y esperamos que los estados miembros asuman compromisos aún más ambiciosos para alcanzar los objetivos energéticos y climáticos de la UE.

Ursula von der Leyen, presidenta electa de la Comisión Europea, se ha comprometido en sus orientaciones políticas a adoptar un Pacto Verde para Europa en sus primeros cien días de mandato. Esto confirma nuestro compromiso de llegar a ser el primer continente climáticamente neutro. Al crear marcos de apoyo a la inversión sostenible e invertir más en innovación e investigación, remodelar nuestra economía y actualizar nuestra política industrial vamos por buen camino.

Fuente: El Economista